domingo, 14 de julio de 2013

cabaña en el Cuera

En esta corta vida que no nos da para nada uno de los alicientes es tener amigos. Amigos espléndidos, amigos que conocen la palabra compartir y que un sábado cualquiera te invitan a conocer su paraíso particular. No era necesario nada más, el hecho de subir a la cabaña que se encuentra en la Sierra del Cuera ya era un premio, pero J. y Ch. nos prepararon un pote en la cabaña, rememorando los que harían los pastores que vivían largas temporadas en aquellas majadas alejadas por la distancia y los caminos de la llamada "civilización":

Para ir abriendo boca unos culetes de sidra y una charla con el vecino de cabaña que vive todo el año allá arriba, cuidando les vaques, y soportando nevadas como las de este año que fueron tan numerosas, pero dice que por nada del mundo se iría de allí.

y creo que tampoco se iría el gatín que nos acompañó todo el día, buscando nuestros mimos y nuestra comida

Comida que al servirla tenía esta pinta, ¿la oléis?
 
Y así entre tragos de vino al porrón, sidrina, agua de la fuente que fuimos a buscar a la cueva de la que nace, charlas y risas fuimos dando buena cuenta de los manjares, y digo en plural porque también había quesu de afuega'l pitu con dulce de membrillo y tarta de quesu y piña y cereces de Veguellina, de les de Dolores y Eulogio, los padres de Y. y unes almendres garrapiñaes de Burgos, la tierra de F.
y café y....

Y así, en el pradín detrás de la cabaña y a la sombra de los fresnos disfrutamos de ese pequeño placer de la buena compañía. En un sitio de naturaleza casi salvaje, lo único que guarda la huella del hombre son las cabañas y están hechas hace mucho, mucho tiempo. Rodeados de montes, bosques, regatos, más montes, praderías, caminos que se pierden entre los helechos, de dimensiones casi prehistóricos.
Al final de la comida tuvimos actuación, nuestra pequeña pantera negra se subió al fresnu, jugó de rama en rama y cuando se puso a bajar le dio el vértigo y empezó a maullar, pero al ver que nadie se decidía a subir al rescate, sacó su vena felina y allá va!!!!

Que conste que llegó sana y salva al suelo.
Para no emperezar nos fuimos a hacer una pequeña ruta hasta una zona en la que hubo una mina de mineral de hierro, encontramos algunas piedras en el cauce de un río diminuto, con formas muy curiosas, traje una que me recuerda la figura de un pingüino. Antes de poner foto tengo que limpiarla bien. Ese sitio se llama Najarón

y está en el camino que va hacia el Valle de Viango,( esa es otra caminata que queda pendiente, como la del Turbina, ya conseguida,desde hace ya 30 años).



Y así rodeados del verde de los prados y los bosques, en uno de los sitios en que puedes encontrar la más absoluta soledad, sólo a dos pasos de la costa en la que se amontonan gentes y más gentes, disfrutamos de la cabaña en el Cuera que unos amigos nos brindaron.
Volveremos...

(gracias de verdad por los buenos momentos que hemos pasado, a todos sin excepción).

miércoles, 15 de mayo de 2013

AL TURBINA... ¡por fín!

12 de mayo del 2013 será una fecha para recordar. La de la subida al Turbina. ¿ Y qué significa eso? ¿Qué importancia tiene?.

                 
Bien, el Turbina es un Pico de la Sierra del Cuera, el más alto, 1315m. a sólo 7kms en línea recta del mar Cantábrico y llevo exactamente 31 años y medio viéndolo desde mi ventana. Viví en tres sitios diferentes y siempre lo tuve enfrente. Unas veces escondido detrás de un mar de nubes, de nieblas densas que se abrazan a sus calizas y no dejan que el sol llegue a la costa; otras veces se dibuja perfecto y altivo contra el cielo azul, eso sucede sobre todo los días de "nordeste", el aire frío que nos lleva las nubes y nos deja unos cielos diáfanos y un monte limpio. Y también lo hemos visto vestido de blanco, no muchas veces y por poco tiempo, las brisas del mar están reñidas con las nieves y éstas no duran mucho  en las cumbres, pero la imagen del Turbina nevado es muy hermosa. (en la foto el Liño, hermano menor).


Cuando vine a vivir a Llanes y lo conocí me apetecía muchísimo subirlo, era joven, ágil, siempre me había gustado ir al monte, así que en primavera buscaría a alguien que me guiara...sí,sí ¡vaya adivina que estaba yo hecha!...ese primer verano del 82 nacía M., en la primavera del 84 H. y en la primavera del 85 I. El Turbina seguía presidiendo mis vistas pero cada vez se iba alejando un poco más.
Pero siempre pensé que si deseas algo con muchas fuerzas, muchas, muchas... logras conseguirlo.
Así que con los años subí al refugio del Urriellu, al mirador de Ordiales, al refugio de Vegarredonda y al de Ario y al de Cabaña Verónica, y al de Andara y a los Picos de Riaño, el Yordas y el Gilbo...pero el Turbina seguía mirándome todos los días nada más levantarme, guiñándome el ojo y diciendo: " ¡qué! ¿cuándo subes?".
Y en el otoño, paseando por el puerto, me encontré con J.A.M. y hablamos de monte y salió el Turbina y le dije que nunca había subido, que sin nadie que me llevara no me atrevía, y él dijo que cuando vinieran los días de primavera me avisaría....y así de fácil fue.


Y el domingo 12 de mayo subimos al Turbina, con chofer incluído que nos acercó por una pista  a las primeras rampas casi verticales. Las subimos, resoplando pero las subimos,  vimos la majada hermosa de La Piedra del Oso, los bosques encaramados en las laderas, adivinamos las paredes aún con nieve de los Picos y entre los jirones de niebla que venía del mar vimos pueblos que no pudimos identificar ya que en segundos desaparecían como los conejos de los magos, literalmente era un abrir y cerrar de ojos y ya no había nada. Ahora sé que puedo subir, y también sé que habrá días despejados sin una nube en los que se podrá contemplar todo este pequeño mundo que me rodea y que tanto me gusta. Nos sentiremos libres como el buitre que vimos sobrevolando quebradas, jous y simas y nos daremos cuenta de lo poco que somos ante una naturaleza inmensa, hermosa y perdurable por los siglos de los siglos.


Y de todo corazón agradezco al guía esta oportunidad que nos dio.


 
 Y de vuelta a casa, la niebla iba dejando paso a grandes claros entre los que aparecieron las imágenes no por tantas veces vistas  menos impactantes del Picu Urriellu.....

miércoles, 3 de abril de 2013

CAMINATAS

Salgo a caminar por los senderos antiguos  entre árboles, setos y prados.
Dejo atrás las casas nuevas con jardines bien cuidados y llego al río, pequeño, tan pequeño que podría saltarlo de un brinco pero trae mucha agua y se adivina muy fría, así que mejor no intentarlo y cruzar por el puente que parece de juguete.


    



El río sigue hacia la playa por un paraje verde y húmedo, rodeado de encinas, describiendo meandros y haciendo posible que en sus márgenes arenosas se alimente el "correlimos", pesque la "garza" y alboroten los "petirrojos" y los "mirlos"("ñervatos" en asturiano).

                                        

El camino sube y te ofrece la vista del río llegando a la playa, besando los pies a la enorme encina que hunde sus raíces en la arena.

 
Sigo hacia el Norte y pronto veré el mar. La estrecha y pequeña entrada que se abre en una playa de arena fina, que con la marea alta se transforma en una piscina de aguas tranquilas rodeada de rocas oscuras que hacen destacar más los brillantes reflejos que pone el sol en los atardeceres.
 
 
Más adelante y mirando al mar aparecen los Castros, islotes de diversos tamaños que forman un mini archipiélago en el que las olas juegan al escondite y las gaviotas encuentran su refugio por las noches.
Me gustan cuando hay tormenta y el mar parece que va a volcarlos; me gustan cuando el mar está azul y el cielo también y ellos destacan con su gris de piedra y su verde vegetación; y en los días que el gris del cielo se iguala al gris del mar y ellos son unas sombras oscuras, que custodian antiguos secretos de marinos perdidos. Entre sus abruptas paredes podría esconderse la cueva de algún dios de aquellos que hacía la vida imposible al pobre Ulises camino de su Ítaca.
 
 
Y el caminante vuelve al camino, mar a un lado, monte al otro y en el medio los prados y el pueblo y los bosques....
Y la mayoría de las veces ni una presencia humana, nadie, naturaleza en soledad, sonidos puros,  aire, mar, caballos, ovejas y vacas y mi perra que siempre va conmigo.
Hoy sin embargo voy bien acompañada. A. va a buscar la piedra y nos encontramos un continuo trajín de gentes, bicicletas, niños, perros....es domingo de Pascua, día radiante tras unos cuantos de lluvia y todos nos pusimos de acuerdo para disfrutar de esas temperaturas casi casi veraniegas. Todos no están contentos, los de Porrúa están contrariados, la tierra está muy húmeda y no pueden plantar las patatas, la tenían preparada y con tanta lluvia se les llenó otra vez de hierbas y está tan mojada que parece un lodazal....y con esa paciencia que da la tierra dicen: "....volveremos a arar y ya se plantarán más allá....".
Y por la tarde vuelvo a leer a Claudio Magris y si él tiene su Laguna yo tengo mi Senda. El caso es abrir los ojos del corazón y verla.
 
 








lunes, 5 de noviembre de 2012

Barcelona, presencia de siglos


Barcelona, ciudad que me gusta por sentimentalismo. Siendo muy joven la conocí con mis padres, eran otros tiempos en los que no se viajaba como hoy. Para alguien que vivía en una villa de 2.000 habitantes una ciudad como ésa era un mundo inmenso: arte, paisaje, calles, casas, todo era impresionante. ¡No presumí poco de haber conocido Barcelona!.

La segunda vez que la visité fue muy especial pues fuí sola. Llegué por la mañana en tren y callejeé hasta el agotamiento,¡ Quería verlo todo! Y después de tres museos, Catedral, Santa Mª del Mar, Mercado de la Boquería, etc.me volví al tren.

Y volví en julio. Y como tenía unos deberes puestos por mi hija hace tiempo, aprovecho para retomarlos.

Me gustan las ciudades con sabores y ésta los tiene y muy marcados.
Sabe a Arte y no precisamente uno muy común y si no intentad descifrar las columnas de la Sagrada Familia, la distribución de fuerzas, los símbolos...
o poneros a contar los trocitos de cerámicas de colores que dan forma al parque Güell...



Y si te adentras por el Gótico saborearás la tranquilidad de sus estrechas calles, de plazas escondidas y del olor del café que sale de los bares que te brindan un momento de descanso.

Contrastes y amalgama de gentes y situaciones. En la maravillosa Santa María del Mar hay boda, se ven vestidos de fiesta, coches de película y alrededor, curioseando el acontecimiento, paseantes, extranjeros y entre ellos un señor con su bolsa de la compra que pasa cabizbajo sin dejarse impresionar ni por la boda ni por los turistas..

Y cuando te acercas al mar entre las palmeras del paseo Colón, atravesando las calles de la Barceloneta, la vida te sale al encuentro, la vida del barrio de verdad. El sabor de lo popular, de barrio que trabaja, que vive a su aire y al aire tiende sus ropas. Costumbre que los pueblos del Norte van perdiendo y que se conserva en las orillas del Mediterráneo.
 
 Flores y más flores en las ventanas, árboles del otro lado del charco, como el palo borracho. Muchos árboles desconocidos y el mar, ese azul e intenso mar.
Y cuando se trata de sabores, que mejor que una fideua de mariscos en uno de los restaurantes que dan a la playa, viendo pasar el barco vikingo, los yates y los veleros. Y, estando en compañía de esas personas que quieres, el recuerdo de la ciudad quedará cosido a esos momentos entrañables en los que se comparten risas, sudores, cafés y paseo
 

domingo, 7 de octubre de 2012

La Vega de Ario

Había una vez un mundo de piedra bajo el mar que sacudidas violentas sacaron al aire. Las estrellas sonrieron, la luna le prestó su luz y las nubes se enamoraron de sus riscos, de sus afiladas agujas, se enredaron en sus piedras y ya nunca le dejaron volver a sumergirse.
Ese mundo que se yergue altivo, imperturbable,tentando al humano a que se atreva a conocer sus secretos, sus cimas, sus simas, sus inmensas majadas, se llama "Los Picos de Europa".
Y, 40 años después, volví a la Vega de Ario. No recordaba casi nada, sabía que había estado, que me había gustado mucho, que había cansado y que no había subido al Jultayu por estar jugando a la brisca delante de una cabaña.
Ayer, con la Bonnie, subí a Los Lagos, pasé la majada de las Bobias, disfruté en el bosque de fayas pues ya el otoño les trae su traje dorado. Y subí, subí entre piedra y más piedra.

Y al llegar al collado te quedas sin habla, sin respiración. Abres y cierras los ojos pero el espejismo no desaparece, allí siguen Los Urrieles en pleno, como un batallón plantando cara al mundo. Y al lado,muy cercanas , las cumbres del Cornión, de caliza tan blanca que parece de nieve.
 La Bonnie se pone a dar "marivueltas", me rió ya que eso es lo que a mi me apetece.

Pasamos dos horas y no dejo de extasiarme ante el cambio de luz que unas nubes de tormenta diseñan en las montañas.

Con pena, siempre con pena cuando se trata del regreso, emprendemos la vuelta a casa. En la retina, el balcón de La Vega de Ario no se borrará tan fácilmente.

sábado, 9 de junio de 2012

Mascotas: felino y cánido

Mafalda ya no está sola, tiene una sombra que no la abandona.
 Llegó el 1 de marzo y nos tiene a todos en jaque pues es "actividad en estado puro".
Bonnie pretende que Mafalda le siga sus juegos, pero ésta que es la pachorra personificada no quiere saber nada y cuando se siente demasiado presionada saca la pata y le da dos mandobles, haciendo que la Bonnie opte por una retirada honrosa, para seguir conservando intacta su naricina.

viernes, 25 de mayo de 2012

Primavera y amistad


¿qué sugiere esta imagen?
Ante todo, primavera, lozanía, esplendor, frescura, colorido, salud....Flores llenas de vida que me gustaría poder ofrecérselas a todos los amigos y familia que se preocuparon por mi vesícula (ya ex-) y así agradecerles de todo corazón el apoyo que me dieron.
Cuando el "dedo malo" nos toca y nos hace convertirnos en seres indefensos, llenos de miedos y de aprensiones se necesitan y mucho, palabras amables que te ayuden a no hacer una montaña demasiado pendiente de algo que no es tan grave.
Todas las experiencias nos enseñan algo y a mí esta operación en particular me dejó el dulce gusto de la amistad.